...Y me fui. Deseaba con todo el corazón que fuera tras de mí, pero al parecer él pensaba todo lo contrario. Me pregunté por qué eramos tan diferentes. Volteé para verlo por última vez, después de todo quería llevarme un recuerdo más de él. Y ahí estaba, firme como un soldado bajo la lluvia, y tal vez pensando una y otra vez qué fue lo que hizo mal. Lo vi, me vio, nos vimos... Suspiré. Tenía tantas ganas de correr hacia él y decirle cuánto lo amaba, pero sería inútil, siempre era yo la que ponía más de su parte. En un abrir y cerrar de ojos recordé todo lo que habíamos vivido juntos, y justo en ese momento me di cuenta que si no lo hacía, él nunca haría nada por miedo a perderme. Así que me decidí y aún con el gran sonido de la lluvia, le grité: -¡SE SUPONE QUE DEBES CORRER HACIA MÍ Y BESARME, ESTÚPIDO! Eso bastó para que una sonrisa cambiara todo y tuviéramos nuestro final feliz, bajo la lluvia y todo, pero final feliz...
