Recuerdos llenos de rabia y terror enaltecidos por una pizca de orgullo íntimo.
La vida se me va como si no existiera.
Se esfuma, me deja...
Con nada y sin mucho.
La vida se me va y no sé ni por qué quiero mantenerla.
Después de todo, cuando firmé el contrato de la desgracia perpetua sabía bien que cualquier momento se volvería un recuerdo.
Un recuerdo...
O dos...
La vida se me va y no me espera.
Ni a mí ni a nadie.
La vida
Se nos va
Y no regresa.