Aquí
siempre te encuentro.
Junto
a la luna, ya muy noche y rasgado en el café.
“¿Aquí
siempre has estado?” – Me pregunto.
El
silencio me responde.
Aquí
siempre he querido encontrarte.
Confieso
dulcemente
a
pedazos,
que
tu sombra no me sigue.
Y
aunque quisiera,
la
distancia evita el encuentro.
Desastre.
La
luna,
otra
vez.
Hacen
falta las palabras.
Las
historias ya están.
II
“Sí”.
– Respondes.
¡Maravilla!
Tu
voz.
De
nuevo.
Aquí
siempre hemos estado.
Tal
vez, quizás.
La
duda.
Mucho
por decir,
poco
tiempo.
Como
siempre
los
recuerdos
como
balas
apuntan
hacia ti.
Las
pausas
las
hago
a
propósito.
III
“Mañana
te olvido”. – Me dije.
Mentira.
Esperanza
rota.
Insomnio
brutal.
Palabras
repetidas.
Sentido
diferente.
Dos
almas juraron /para siempre/
sin
saber que el tiempo
no
es,
no
fue,
ni
será
amigo.
Ilusos.
Uno
prefirió el futuro,
El
otro
se
volvió
historia.
IV
De
noche
lo
que uno piensa
no
dice
y
luego entinta
cobra
más sentido.
El
silencio abruma.
Primero,
quiero decir
que
la noche ya no es tuya.
O
al menos, no lo era.
Hasta
hoy.
“¿Sigues
aquí?”
A
lo lejos se escucha.
No
hay respuesta.
Te
pienso.
Al
menos
provocas
inspiración.
Al
menos
provocas
palabras.
V
Eres
del resto y lo que sobra.
Eres
inspiración eterna.
Te
ruego, dos puntos.
No
te entintes, pluma.
La
oscuridad no tiene dueño.
Un
placer haberle temido.
Hui.
“¿Se
considera huir cuando realmente no perteneciste?” – Preguntas.
Lo
siento, yo tampoco sé
en
qué momento dejé de ser una
y
me convertí en la otra.
Todavía
me queda la certeza
de
seguir sintiendo.
VI
Tú.
Siempre
has sido tú.
¿Por
qué?
Dejémoslo
así.
En
suspenso,
sin
respuesta
y a
decisión propia del lector.
Si
es que hay y no huye.
Te
repito:
Es
mera coincidencia
que
te me cruces por el alma
y
me den ganas de escribir.
Me
siento diferente.
No
te culpo.
Algunas
palabras
ya
estaban vacías desde antes.
Y
las promesas,
esas
siempre han estado así.
Rotas.
VII
La
última vez que dije
“Te
quiero”
Fue
de verdad.
Ahora
todo
va muy
rápido.
Y
las pausas no existen.
Se
esfumaron.
Se
volvieron invisibles,
Como
tú.
Aquí
siempre te encontré.
Te
pensé.
Te
sentí.
Te
quise.
Pasado.
El
tiempo conjugó la historia.
Le
puso tilde y te dejó ir.
Por
fin,
puedo
terminar de escribir algo
y
sentir
que
no faltó
decir
absolutamente
nada.
VIII
“Adiós”.