Wednesday, March 12, 2014

Asesinato de tintas

Era de noche, como de costumbre.
Las palabras sobraban, estaban implícitas en la escena del crimen.
A lo lejos se podían observar un par de libros viejos, olvidados, sin color.
Qué irónico su caso.
Mientras las letras buscaban el camino de regreso, la tinta corrida creaba ilusiones de eternidad en forma de puntos seguidos, en forma de comas, en forma de espacios...
¿Quién habría cometido tal crimen?
¿El escritor?
¿El lector?
¿La luna?
Conforme la velada avanzaba, las suposiciones de la identidad de aquel asesino se reducían a nadie.
Tal vez fue causa natural, o quizá, suicidio.
Nadie quiere opinar ahora.
Los juicios en voz alta no son de mucho agrado para las letras.
Y menos cuando se les conoce como cómplice de algún asesinato.
Era de noche, como de costumbre.
Fue el viento.
Tiró el tintero.

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